jueves, 27 de octubre de 2011

Conclusiones, para seguir avanzando. Por Julián Fuentes

      Sobre el diálogo

El eje central del proyecto, y quizá el de cualquier proyecto, el espinazo del animal, ha sido la creación de un equipo de trabajo. Ese ha sido el aspecto más exitoso del laboratorio, y empiezo estas conclusiones desde el aspecto más central y más básico: el agradecimiento a los que han participado en él. Y este agradecimiento no es fatuo: si no tuviera nada que agradecer, no lo haría. Si no tuviera que agradecer, ya no la entrega y el compromiso, mínimos profesionales, sino la voluntad de diálogo de todos sus participantes, que ni se compra, ni vende, ni se puede pagar. Gente diversa con mundos diversos y circunstancias diversas, que ya no solo debaten temas, sino que los lanzan sobre el escenario, con la conciencia adquirida y luchada de que el proceso no se basa en la manifestación de una sola visión, sino el diálogo entre muchas. Con la paciencia y la labor de amor (no existe otro nombre) por todas las partes, y las dificultades el tiempo y la dedicación que esto exige. El pensamiento democrático exige una gran voluntad humana.

Si vamos a crear teatro político, documental, desde la pluralidad como base (también hay textos y trabajos que no quieren esto y no lo exigen), debemos ser rigurosos con que la metodología de trabajo sea la misma que lo que pretendemos investigar formalmente. Así pues, primer objetivo y conclusión: el teatro documental y/o político desafía la esencia de la jerarquía piramidal, desafía la noción del teatro ‘visionario’ o de ‘autor’. Interesante, y en el fondo de sentido común: si hablamos de las historias de todos, no podemos reducirlas a la perspectiva de uno, por muy brillante que esta pretenda o pueda ser, porque desvirtuamos el objeto mismo de aquello por lo que trabajamos.

Así mismo, es imposible que esa pluralidad sea objetiva. Aunque se multiplique más allá de la perspectiva del ‘director’, lo hará a la de todos los miembros del colectivo, y aun así será limitada. Aunque no sea una cabeza, serán diez, nunca todas las cabezas posibles.

Así, delimitamos una primera conclusión, para seguir avanzando: no se trata de ser absolutamente objetivo con el tema: se trata de ser honesto, dentro del grupo en el que se trabaja, para ofrecer esa honestidad a otro grupo que asistirá a una posible representación.

Nos quitamos de encima la losa de la omnisciencia, y nos concentramos en que la honestidad humana del grupo de trabajo se explore, se explote, se manifieste y, en el mejor de los casos, se cuestione. Sacamos los pies del tiesto y, al imponer como eje de trabajo no mirarnos el ombligo, nos comunicamos. Trabajo duro, duro, duro.

Una decisión tomada unilateralmente es instantánea. Una decisión grupal se toma su tiempo.

Y a Dios rogando, y con el mazo dando. Las decisiones se toman lanzándose a la pista, con el diálogo como red, y un grupo compacto como principal herramienta de trabajo.

Sobre el contenido y la forma

El 15M como pretexto: conclusiones.

Se hila el compromiso ético entre los componentes del grupo, esto permite una libertad, que no un libertinaje. Empezamos con lo real, y con un tema que no solo es real, sino inmediato, el movimiento del 15M. Esta decisión se toma, sin embargo, desde una base de frialdad semántica: nos interesa manejar un tema que no requiera de presentaciones, que nos permita meternos rápidamente en el centro de un conglomerado del que somos voz y parte, en un principio cualquier voz, cualquier parte. No obstante, somos conscientes de que somos más bien una voz y una parte muy concreta: nuestra simpatía por el movimiento, aunque con matices, es homogénea.

Este es el primer obstáculo. Decir sobre el contenido: la investigación de un hecho documental podría quizá expresarse con la ecuación de, a más inmediatez del suceso, más distancia necesaria. A este efecto, el tiempo y la distancia geográfica son distancias naturales. No es lo mismo hablar de la transición española, tiempo ya pasado, o de los conflictos estudiantiles en Chile, que de algo que está, aquí, para nosotros, en la plaza pública, hoy.

La distancia, no obstante, se puede ganar de otros modos: a través de la profundización en el sujeto. Con el suficiente tiempo, la lectura, el estudio, las entrevistas con personajes relevantes, crean una distancia con el objeto que permite verlo de otro modo. Quizá es que, simplemente, al profundizar en el objeto, los propios integrantes del grupo no pueden ya sostener argumentos maniqueos, si están trabajando con una auténtica humanidad, y eso ofrece al propio trabajo la pluralidad que necesita.

Creo, que no se puede hacer una obra documental con la cabeza caliente: adolece de riqueza temática. Es unilateral: no obstante, podemos decidir hacer una loa o una condena manifiestas y sin ambages de algún tema, pero debemos ser conscientes de eso. Loa, o condena, pero no un diálogo entablado con un posible público.

Si me ofrecieran dirigir un proyecto sobre el 15M, hoy, aquí, diría no. O diría, dame mucho tiempo para estudiar, ver y digerir. Un grito de rabia es muy necesario muchas, muchas veces, pero es un grito de rabia. Una reflexión es otra cosa.

Y soy de la opinión de que la reflexión es, en el fondo, diálogo. Y por lo tanto, algo por lo que, siempre, merece la pena luchar.

En una palabra: no seamos naïves; sepamos que para crear una pieza contundente y bien informada sobre un tema, y más si es de actualidad, hace falta un trabajo que excede siempre a lo comúnmente denominado ‘proceso de ensayos’, tanto en el compromiso de sus participantes como en el tiempo físico y la amplitud de lo que cuenta.

Un modelo de trabajo investigativo no puede compararse con un modelo de trabajo de ‘interpretación’ de un texto ya existente. Hace falta más tiempo. La pregunta sería ¿quién paga eso? Pero ese es otro tema.

Tengamos claro, no obstante, que sin ese tiempo, fallaremos siempre si nuestro objetivo es la profundización y la citada distanciación en el sujeto. Haremos loas, o condenas. Ni más, ni menos.

Mi postura personal, después de estos procesos, se resume en 
¿para qué predicar a los convertidos y provocar a los contrarios a la causa?

Quizá haga falta, no obstante, en algún momento, canalizar rabia. Pero seamos prudentes, siempre. La violencia ideológica, tanto desde la izquierda como desde la derecha, debe ser el último recurso.

Si hace falta echarse al monte, nos echamos, pero no nos calentemos a las primeras de cambio.

En ese aspecto, el laboratorio muestra, a pesar de nuestra voluntad de no ser parciales, que lo somos, y nos enseña que para ir más allá de nuestra posición individual y encontrarnos con otras historias, debemos profundizar tanto en nosotros mismos como en el sujeto que tratemos, que, en suma, será siempre el espejo donde nos veamos, y nos mostremos.

Quizá sea eso, la conclusión: si el teatro ya es por si un espejo de lo vital, el teatro documental es un espejo de lo social.

La conclusión es: responsabilidad ética. Siempre, responsabilidad ética, para hablar de lo que se hable.

En suma, Shakespeare. Nada de lo humano me es ajeno. Trabajo duro.

La justicia y la música.

Nos preguntábamos donde esta esa noción de justicia social, esa imágen que vale mas que mil palabras, esa historia que al ser escuchada no provoca debate, sino unión, que apela a la solidaridad y no a la división. Porque, en suma, eso se desprendía de todo proyecto que hemos estudiado y contemplado sobre teatro documental. El alzarse y decir: esto no puede ser, es inhumano, esto es injusto.

La violencia, la matanza, la explotación, la humillación moral y física, el asesinato, la alienación, la mentira, la corrupción, la puñetera podredumbre del mundo, que sin embargo ese mismo mundo reconoce en una corriente continua y sólida, y sobre la que  sin embargo se crean miles de discursos contradictorios, discursos, mareas de discursos. El País, El Mundo, el ABC, las naciones unidas, la patronal, los sindicatos, la UE, el gobierno de los USA, las madres del cordero, los padres de los terroristas y los hijos de las victimas.

Confusión. La realidad presenta un patrón de confusión en espiral. Como alguien diría, un rizoma que no parece tener más sentido que el de ser, existir en si mismo.

Y sin embargo, a lo largo de las sesiones, encontramos la claridad que necesitamos, sin ambages, en la ficción.

El cuento del oso y la abeja. La abeja produce, el oso come. La abeja es pequeña, múltiple, el oso es grande, compacto, potente. Imágenes, imágenes claras.

Y el cuento, reescrito por BANKSY:
Había una vez una abejita que trabajaba duro, para hacer miel todo el verano.
Mientras el oso paseaba por los prados y devoraba los peces que el estío le ofrecíia
la abejita subía y bajaba, zumbaba a todas horas, todo el tiempo.
Y llegó el invierno, y los peces se fueron, y Oso se dijo
‘Iré a ver si la abejita trabajadora ha acumulado suficiente miel para el invierno,
y de ello me alimentaré’
Y al llegar a la colmena comprobó que la abejita
había muerto de una enfermedad coronaria inducida por el estrés laboral,
y que no había mas miel, ni nunca la habría.

Buen humor y claridad, una historia. Ahora bien ¿no es lo nuestro contar historias? ¿No es el teatro documental, en esencia, contar una historia, con múltiples puntos de vista y la complejidad que se desee, pero contar una historia? Manifestar un estado de ánimo, un dolor, una historia de fondo. Hacer reaccionar, reflexionar.

Nos encontramos con las ficciones. Nos encontramos con que aceptamos el discurso de una fabula sobre la justicia como algo incontestable, y sin embargo comenzaremos con el ‘sí pero…’ en cuanto la realidad de una noticia periodística llama a la puerta.

Podemos decir: la realidad es más compleja que la ficción. Pero la realidad misma produce ficciones que la guián a través del laberinto de su misma complejidad.

En la ficción nos unimos, nos unificamos, creemos. Ficción es lo que enseñamos a nuestros hijos para que comprendan el mundo. Historias.

Experimentamos con manifestaciones de lo real y manifestaciones de lo ficticio, en sesiones de trabajo, y la ficción nos une. La ficción nos libera y nos da voz, nos quita la losa de, una vez más, la pretensión de una realidad que nos resulta confusa e inabarcable.

Nunca, nadie, ni el más brillante equipo de creadores de mundo, podría recrear un minuto de guerra. Y además ¿por que hacerlo? ¿no seria en si mismo de una crueldad enorme, obscena? ¿quien se cree con el derecho de decir, asesina para aprender el horror de asesinar? ¿no podemos, no debemos, ser mejores, usar la cultura, nuestra herramienta para combatir esa obscenidad?

Aprendemos: no se aprende nada de la miseria. La miseria degrada la ética humana. Si aprendemos algo al ver un cuerpo muerto, mutilado, aprendemos algo es que no queremos ver otro. Y quizá, para eso, creamos historias: para prevenir la miseria.

La hermosura del teatro documental es, entonces, la de abrazar la ficcionalización de los hechos.

El teatro documental no es un género: es la elección de un contenido.

El teatro es teatro. El teatro documental elige hablar de la realidad, desde el teatro.

Lo real en un escenario no tiene cabida. La realidad siempre será más potente que cualquier recreación, por muy fidedigna que sea. La ficcionalización, o lo que es lo mismo, la reflexión sobre un tema, no su mera manifestación, nos hacen avanzar.

Volvemos a lo mismo: responsabilidad ética.

Y en el campo concreto de nuestra investigación, nos acerca a la música.

La música como arte expresado en directo, humano y no formal, es la manifestación, es pura y efectiva de la ficcionalización de la realidad. La música nace de la realidad: de la tristeza o la expresión de una realidad. Y sin embargo, habla otro idioma, tiene otro dominio de los sentidos.

No en vano se dice: se cambia el mundo con una canción.
No con un tratado de cuarenta volúmenes.

El arte es capaz de destruir, crear y, ante todo, manipular, a través de la ficcionalización imprescindible de lo que cuenta.

De nuevo, responsabilidad ética.

Al añadir música en directo a lo que hemos hecho, he podido ver lo mas concreto, textos periodísticos, con lo mas abstracto, Bach.

Y Bach gana por goleada, a la hora de implicar, emocionar y llamar a la reflexión. La responsabilidad nace de cuándo y dónde usar a Bach, bajo una conciencia emotiva y ética de la realidad.

Con esa idea me quedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario